Hacer política es una manera de honrar la vida como canta Mercedes Sosa. Si hacemos memoria hay dos mujeres que asumieron la conducción del destino de sus países demostrando su capacidad, su pasión, sus objetivos claros. No llegaron al poder por heredar el gobierno, sino por trabajar, demostrar su vocación de servicio, y espiritu de lucha. En el “día de la mujer” le dedicamos un espacio a Indira Gandhi y Golda Meir.
Indira Gandhi ,fue una mujer que llegó a ser Primer Ministro en un país, como la India, tan tradicionalista. Indira Gandhi 1917 - 1984) fue hija única de Kamala Nehru , héroe nacional y el más longevo primer ministro de India. Tomó su nombre de su marido Feroze Gandhi (sin ningún parentesco con Mahatma). Como Primer Ministro condujo a la India a la industrialización. Fue asesinada por sus guardaespaldas, con 31 impactos de bala. Estratega y pensadora política brillante, en una sociedad muy patriarcal, se puede pensar que Indira Gandhi fue una "jefa pasiva", pero sus acciones demostraron lo contrario. Usó todos los medios a su alcance para consolidar su poder y autoridad como primera ministra. Una serie de frases resumen su pensamiento: El amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nunca se venga.
Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de mano
Es un verdadero privilegio haber sobrellevado una vida difícil.
El mundo exige resultados. No les cuentes a otros tus dolores del parto. Muéstrales al niño.
Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero.
La desconfianza es una señal de debilidad.
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Otra mujer que honró la vida fue Golda Meir, política, diplomática, estadista y Primera Ministra de Israel. Muchos jóvenes no la conocen porque nació dos años antes que comenzara el siglo XX. Fue una de las primeras jefas de gobierno del mundo —sólo precedida por Sirimavo Ban-dara-naike de Sri Lanka e Indira Gandhi de la India— Su familia desde Kiev, Ucrania, emigró a Estados Unidos en 1906, como muchos judíos ashkenazis que huían de la marginación y las persecuciones que sufrían en Europa oriental a principios del siglo XX.
Se adhirió al movimiento sionista que buscaba el establecimiento de un Estado propio para los judíos. Por eso, en coherencia con sus ideales, Golda y su marido se trasladaron a vivir y trabajar como colonos agrícolas en el kibbutz Mehavia en Palestina (1921), entonces bajo mandato colonial británico. Colaboró eficazmente en el proceso para la creación del Estado de Israel en 1948 (fue una de las firmantes de la declaración de la independencia). Tras la súbita muerte del primer ministro Levi Eshkol en febrero de 1969, Meir fue sorprendentemente elegida para el cargo.
De su periodo de gobierno se recuerdan los tristemente famosos ataques terroristas palestinos y el asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich en un operativo que dio en llamarse «Cólera Divina», y que ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Steven Spielberg en la película Munich.
Golda Meir no fue profeta en su tierra. El mundo judío y la comunidad internacional la recuerdan como una dirigente carismática y singular; una matrona judía visceral, capaz de sintetizar la más compleja de las situaciones en una frase sencilla, con acento yidis. En Israel, en cambio, muchos la recuerdan —especialmente la izquierda— como una mujer terca y obstinada, cuya incapacidad de ver la realidad y su actitud intransigente para con los árabes, devino indefectiblemente en la traumática Guerra de Yom Kipur.
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