Ser bello es una aspiración de los
seres humanos y el arte en general toma seres hermosos u horribles como tema.
Feos y bellos circulas por las páginas de cuentos y novelas.
Quizá un personaje conocido por
todos es la madrastra de Blanca Nieves. Obsesionada por ser la más bella
consultaba con su espejo que le respondía que la más hermosa era la niña. Hasta
que decidió ordenar su asesinato. Pero cuando se enteró de que la jovencita
seguía viva y por lo tanto era la más hermosa del reino, fue ella misma en
persona a ofrecerle la manzana envenenada.
Una manzana muy famosa es la llamada manzana
de la discordia Según la mitología griega, Eris, la diosa de la Discordia, se presentó en un banquete,
y arrojó sobre la mesa una manzana de oro, que habría de ser para la más
hermosa de las damas presentes. Tres diosas Atenea, Afrodita y Hera se disputaron la manzana en una verdadera pelea digna de
ciertos programas televisivos. El narcisismo es el amor exagerado por la propia
belleza física.
En
la mitología griega, Narciso era un joven conocido por su gran
belleza. Las doncellas se enamoraban de Narciso, pero él no accedía a esas
pretensiones Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia
imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de
apartarse de su imagen, acabó arrojándose a la fuente y murió ahogado. O sea,
la obsesión por la belleza puede
conducir a la propia destrucción. ¿Pero qué pasa con la fealdad?
La fealdad como obstáculo para el amor aparece en El jorobado de Notre Dame. El pobre deformado enamorado de la
hermosa Esmeralda que por supuesto lo ignora. Aquí aparece la idea de que la
hermosura no es la física sino la espiritual, la frase “lo importante es lo de
adentro”. El problema es que primero captamos la belleza física y cuando
llegamos a lo espiritual ya es tarde. Así le pasó a Cyrano de Bergerac, “el
hombre a una nariz pegado” como lo llamó Quevedo por su apéndice nasal de un
tamaño desproporcionado. Cuando la enamorada del capitán gascón, hermoso pero
ramplón, descubre que el autor de las cartas de amor es el feo Cyrano, ya éste
está al borde de la muerte.
A veces se asocia la fealdad a la
maldad.
Ese concepto es de origen medieval
porque la dupla maldad –fealdad se oponía a belleza-hermosura. Los ángeles son
hermosos y los demonios son horribles. Fealdad maldad aparece en El fantasma de la Opera. El rostro desfigurado
del pobre Erik le impedía acercarse a la bella diva Christine Daaé,
situación que decide solucionar desplomando la gran araña de cristal sobre el público.
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